viernes, 11 de marzo de 2011
Lima
Llegué a Lima (al apartamento de Maria Sol una amiga de colegio) en la madrugada después de 9 horas de bus, eso si, el mejor bus en el que me he transportado en mi vida: era un bus-cama con servicio incluído de terramoza (el equivalente a azafata o auxiliar de vuelo), cena y desayuno a bordo. Las sillas son como las de clase ejecutiva en los aviones, y se recuesta el espaldar hasta quedar como en una cama, aaaaa??? que buen viaje.
Maria Sol vive en Miraflóres, un distrito precioso de Lima, con su esposo Roberto y Milagros (una labradora enrazada con algo más) quienes esta semana también estaban hospedando a Victor, un amigo de ellos. Nadie puede imaginar lo mucho y delicioso que comí en ésta ciudad. Probé varios platos típicos de la cocina peruana como lomo saltado, causa rellena, ají de gallina, tatu-tacu, ceviche, arroz con mariscos, papa a la huancaína... todos deliciosos, pero el premio mayor se lo lleva la Cremolada de Lúcuma (un granizado absolutamente espectacular).
Lima es una ciudad que me cautivó, está en la costa del pacífico pero el aire es frío y no llueve debido a la corriente de Humboldt. Tiene lugares muy interesantes, pero era imposible conocerlos todos así que estuve caminando por los distritos de Miraflores, Barranco y San Isidro. Cada uno de ellos con su encanto particular, en el primero, sus inmensos parques llenos de flores, el Mercado Indio, la Huaca Pucllana (un centro ceremonial de la cultura Lima) y el malecom frente al mar; en el segundo, su estilo bohemio, excelente vida nocturna y el Puente de los Suspiros que según dicen le concede un deseo a quien lo cruce sin respirar (donde tuve la fortuna de escuchar en vivo "La Flor de la Canela") y el tercero con su Parque Olivar y la Huaca Huallamarca (una pirámide trunca en media ciudad, increible).
No podía irme sin conocer el Centro Histórico, así que me tomó varios días caminar por la Plaza de Armas; la Iglesia de San Francisco con sus famosas catatumbas; la Plaza de San Martín (donde probé el Pisco Sour en un super hotel, nadie creería que estoy mochileando, jajaja); el Museo de la Inquisición y el Parque de las Murallas.
Quien lo creyera pero fui a un karaoke y hasta canté junto con una argentina, un chileno, una inglesa, un japonés y un peruano-chino, definitivamente, en Lima hay de todo y para todos los gustos, eso si, no pude encontrar un lugar bueno para bailar salsa, ni mucho menos un buen parejo (tendré que conformarme con el karaoke).
El último día, Pedro (uno de los peruanos con quien estuve viajando en el norte de Perú) me llevó a conocer el Barrio Chino donde las personas pagan a la municipalidad para colocar mensajes en los adoquines que se encuentran en el piso de la calle principal del barrio. Aqui me invitó a almorzar a "La Buena Muerte" donde había música en vivo y la comida, sin igual...siendo ésta mi última cena, empaco maleta con tristeza por dejar a todos los que hicieron parte de mi camino en Lima y a quienes les quedo muy agradecida por sus atenciones, su tiempo y compañía.
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