lunes, 28 de febrero de 2011

Punta Sal y Máncora


Con Jacqueline, Oscar y Pedro tomamos una combi (microbus) que varios kilometros después se detuvo en la mitad de la nada y frente a un arco el conductor dijo..."chicos esto es Punta Sal".  Mochila en la espalda empezamos a caminar hasta llegar a los primeros hoteles y descubrir que esta es una playa hermosa de arena casi blanca y pocas olas que esta rodeada de un paisaje semidesértico por lo que el sol es implacable.  Debido a que Punta Sal es un balneario (con poco para hacer aparte de descansar) los precios son bastante altos si se comparan con Ecuador, sin embargo, la comodidad del hotel, la piscina con bar en su interior, la deliciosa comida, la poca gente y el silencio hacen que valga la pena... Pasamos la noche y antes de acostumbrarme a tanto lujo nos fuimos para Máncora donde encontramos una playa con bares, discotecas, restaurantes, comercio y mucho, mucho turismo, por lo cual hay infinidad de ropa y artesanías que quisiera comprar pero que en otra ocasión será.


Aqui estuve intentando surfear nuevamente, pero la olas son mucho más fuertes que las de Montañita (donde un amigo ecuatoriano me había dado algunas clases), así que fue más el tiempo que estuve flotando sobre la tabla o debajo del agua que el que estuve de pie.  Sin embargo, fue muy divertido porque para surfear aqui toca alejarse bastante de la playa y se veían los peces saltando por fuera del agua o inclusive a veces cuando braceaba podía tocarlos que iban nadando cerca.


Había escuchado muchisimo acerca de la vida nocturna en Máncora, pero al estar ahí no pude comprobar nada de lo que me habían dicho, pues la policía se encargó de hacer apagar la música en la mayoría de los bares por las noches, así que tocó conformarse con sentarse a conversar en la playa con unas cervezas y cocteles bajo las estrellas...nada mal, no? 


Nuevamente, es hora de empacar y seguir el camino; me uno a la ruta de los peruanos y nos vamos rumbo a Chiclayo, no sin antes pasar por Piura para comprar Chifles (rodajas de plátano verde con sal que se fritan en leña de algarrobo, lo que le da un aroma y gusto especial. Se sirve acompañado de cancha o maíz tostado) y así satisfacer el antojo de todos.


Nota:  Si van a visitar Máncora les recomiendo el Hostal Kokopelli... búscalo en internet.

sábado, 26 de febrero de 2011

Entre Ecuador y Perú


Salí de Guayaquil en un bus internacional (CIFA) con destino Tumbes (Perú) y puedo decir que éste ha sido el trayecto más extraño de mi vida.  Antes de ingresar al bus, los pasajeros fuimos requisados por una mujer que después observé no pertenecía a la empresa de transporte sino que era una vendedora en las casetas cercanas a los buses, quien una vez terminó las requisas se acercó a un hombre que le pasó dinero disimuladamente.  El bus salió del terminal y a los diez minutos se subió un hombre que sacó un chaleco antibalas de un morral y se fue durante 3 horas de pie cerca al conductor observando a los pasajeros (cuando alguien deseaba ir al baño el iba y le abría la puerta, esperaba y cerraba una vez la persona volvía a su puesto).  Antes de llegar a la frontera el bus se detuvo repentinamente y detrás del él se detuvo un taxi de donde se bajaron dos hombres que se internaron rápidamente en los cañaduzales...unos minutos despues (y antes de llegar al puesto de migración ecuatoriano) se bajo el señor del chaleco en la mitad de la nada... ¿qué pasaba en el bus? ni idea, pero en mi opinión: no es normal.

Dejando ésto de lado, el recorrido fue tranquilo y acompañado de tres, digo 4 películas de Jean-Claude Van Damme...así que dormí casi todo el tiempo.  A las 5pm llegamos a migración de Ecuador, sellé la salida en mi pasaporte y ... "bye bye Ecuador".  Regresamos al bus y 20 minutos después bajamos en migración de Perú, sellé mi pasaporte, llené la tarjeta andina y crucé mi segunda frontera del viaje... "Aloha Perú".

Finalmente, nos bajamos en Tumbes (la idea era seguir para Máncora pero ya era tarde) y junto con Jacqueline, Pedro y Oscar (peruanos) fuimos a buscar un hotel para pasar la noche.  Salimos juntos a comer, me prestaron dinero pues yo solo tenía dólares y me invitaron a tomar "cremolada de lúcuma" una fruta dulce y deliciosa que espero saborear muchas más veces.  Al siguiente día recorrimos las calles, la plaza de armas, el mercado, cambié mis dólares por Nuevos Soles y nos fuimos para Punta Sal... pero esa es otra historia que viene a continuación.

Para la playa... Montañita al fin!


Después de tantos días de sierra y selva no veo la hora de llegar a la playa, así que tomé un bus que me llevó de Baños a Riobamba donde dormimos en la casa del hermano de Lizbeth.

Riobamba es una ciudad con calles empedradas, algunas construcciones coloniales, bastante historia y helado de paila (delicioso como en Pasto), aqui visitamos el Museo del Banco Central y aprendimos un poco acerca de las comunidades indígenas del Ecuador a partir de los hallazgos arqueológicos.  Luego, recorrimos los parques y calles de la ciudad y tomamos un bus para conocer a "Fray Lázaro de Santofimia" el primer guardian del Convento de Nuestra Señora de la Asunción, más conocido como la Momia de Guano (y según decían única momia de Sur América).  En Guano probé la "chicha huevona" típica de la región y puedo decir que no sabe rico pero emborracha. 

Al siguiente día desperté emocionada por tomar el tren y hacer el recorrido hacia la Nariz del Diablo, fuimos a la estación del ferrocarril pero descubrimos que se encontraba cerrada más de la mitad de la via por reparaciones así que "en otra ocasión será" y decidimos salir hacia Montañita.

                                                 "En el mar la vida es más sabrosa...
                                                     en el mar te quiero mucho más...
                                                     con el sol, la luna y las estrellas...
                                                         en el mar todo es felicidad"


Montañita... paraíso de mochileros, surfistas, artesanos, rumberos y malabaristas.  Tierra de todos y de nadie tiene rumba, mucha rumba de lunes a sábado...pierdes la noción del tiempo y sólo te das cuenta que llega el domingo porque en Ecuador no se permite vender licor ese día y por las cientos de personas que llegan a pasar el día en la playa.  

En cuatro cuadras se concentran todos los bares, restaurantes y discotecas del pueblo, en donde los turistas caminan de un lado a otro hasta que deciden donde divertirse cada noche.  Hay variedad de discotecas (aunque el regueton suena en la mayoría) pero el mejor lugar de Montañita es "Hachis" un bar restaurante con música en vivo (son cubano, reggae, cumbia...) donde es imposible aburrirse.  

En las mañanas playa y surf... y en la noche cerveza y reggae... bueno y algo de "trabajo", pues como dicen acá: salí algunos dias a "parchar", es decir, me apropié de una esquina, organicé una mesa con mantel (prestado por Alex un artesano paisa) y puse a la venta las artesanías en semillas que había comprado en la selva.  De esta experiencia puedo decir que es más dificil de lo que parece...los artesanos se pasan la mayor parte del tiempo elaborando piezas a las que deben invertirle mucho tiempo y creatividad... el resto del día tratan de vender sus creaciones que en muchos casos no son apreciadas y por las que los compradores desean pagar muy poco.  Muchas veces ellos no venden ningun artículo en uno o más días, pero en otras ocasiones venden hasta 80 dólares.  Por mi parte, vendí algunos collares, aretes y pulseras, hice varios amigos, conocí una realidad totalmente ajena a mi vida, viví la solidaridad entre desconocidos y gané varios dólares pero decidí que definitivamente, la vida del artesano no es para mi y hoy aprecio mucho más mi profesión.

Llegó el sábado y en las calles no había espacio para una persona más, colocaron "cover" para entrar a las mejores discotecas, había camping en la playa y el ruido de varios parlantes sonando música diferente al mismo tiempo... se sentía más gente que en el metro durante la hora pico, decido que es suficiente, Lizbeth debe regresar a su ciudad así que me quedo una noche más y luego arranco hacia la siguiente frontera...Perú.

Baños de Agua Santa


Más conocida como Baños es una ciudad pequeña y muy turística en las cercanías del volcán Tungurahua.  Excelente sitio para explorar la sierra ecuatoriana y practicar deportes extremos como canopy, puenting, treking, entre otros, nadar en aguas termanles o recorrer los bares y discotecas (recomendadisimo el bar-discoteca Leprechaun con fogata en el interior y música en vivo).
Ese día conocimos a 5 argentinas, un argentino, un colombiano y un ecuatoriano quienes nos invitaron a hacer pizzas al carbón en su camping.  Estuvimos consiguiendo leña, cantando, bailando (cumbia argentina), cocinando por 4 horas que parecieron mil, pero la pizza quedó deliciosa y pasé el antojo que tenía.  

Al siguiente día, con Lizbeth, alquilamos dos bicicletas (a 5 dolares cada una) e hicimos el recorrido de las cascadas donde conocimos la de Agoyán, el Manto de la Novia, San Pedro, San Jorge y el Pailón del Diablo lo cual nos tomó casi 6 horas.  En una de las cascadas tomamos una taravita y pasamos de un lado al otro de la montaña (medio km aproximadamente) donde hicimos un pequeño sendero ecológico.  Luego, continuamos nuestro camino y en el Rio Verde estuvimos remando y descansando en un bote inflable por media hora.  

Finalmente, fuimos a ver la cascada El Pailón del Diablo, enorme y espectacular, sus orillas son de lava volcánica y su caída de varios metros de altura y muchisima agua llega a algo similar a un cántaro gigante donde el agua se ve transparente y relativamente calmada; ahí pareciera tomar fuerza y caer con mucha más fuerza.  Para acercarse a esta cascada se debe pasar por los senderos que Antonio, un canadiense, ha construído y usar los balcones que permiten ver todo el espectáculo.  El cobra 1 dolar por caminar por su jardín encantado (al cual llama "la puerta de la verdad"), pero le caí bien y solo nos cobró la mitad...además, pudimos hablar con el un buen rato y contagiarnos de su buena energía.  El paseo en bici fue divertido, pero definitivamente caminar en los alrededores de esta cascada hizo que valiera la pena tanto pedalear.  Paramos un camión, subimos las bicicletas y regresamos a Baños para salir a los bares en la noche, tomar unas cervezas y enseñarle algunos pasos de salsa a unos franceses que conocí.

En la mañana despertamos para ir a los termales, pero fue imposible porque la cantidad de gente nadando era demasiada, así que regresamos al hostal, empacamos maleta y tomamos un bus con destino a Riobamba.

jueves, 17 de febrero de 2011

En la selva...


Estando por estas tierras aprendí que Ecuador se divide en tres regiones: Costa, Sierra y Oriente.  Hasta este momento del viaje había estado en la Sierra todo el tiempo, pero modifiqué mi ruta para conocer la Amazonía (en el Oriente) gracias a la invitación que me hizo Lizbeth (la ecuatoriana que conocí en Ibarra).

Salí de Quito y en 5 horas ya me encontraba en el "pulmón del planeta", exactamente en Archidona, que es la ciudad más antigua de la región.  Aqui, me hospedé en la casa de Liz y su familia donde pude probar varios platos típicos de la región y hacerme una pequeña idea de la selva y lo que es vivir aqui.  
Con sus amigos fuimos al Zoo el Arca donde lo que más me gustó fue un animal que llaman Cuchucho (es parecido a un zorro).  Esta especie (al igual que las demás) la tienen en una jaula grande pero uno de ellos vive por fuera ya que nunca deja el lugar, además, siempre acompaña a los turistas en el recorrido.  
De aqui, tomamos las bicicletas rumbo a las Cavernas de Jumandy donde ha sido la primera vez que hago EspeleologíaUn guía nativo nos hizo el recorrido de varias horas entre el agua, la oscuridad y los pasadizos (solo acompañandonos de su voz y tres linternas).  Aqui pude observar uno de las múltiples dificultades que vive la región y es que las empresas privadas y estatales poco a poco se van adueñando de los terrenos de los indígenas y los van desplazando de sus tierras quitándoles la oportunidad de continuar con sus tradiciones.

Al siguiente día, fuimos a Tena (ciudad principal de la región) y para mi sorpresa es mucho más grande de lo que esperaba.  A quienes vayan alguna vez, les recomiendo el bar "La Araña" y por supuesto el coctel "Coco-Ron"...delicioso. 

De nuevo, este asunto de viajar sin ruta fija me sorprendió, pues durante la semana estaban celebrando las Feria de la Provincia, así que había toda clase de eventos y comida reunidos en un mismo lugar.  A pesar de que no pasamos mucho tiempo en la Feria pude observar los trajes típicos de algunas comunidades indígenas, así como sus aretesanías y aproveché a comprar algunas para negociarlas más adelante en el viaje...(la sangre paisa se despertó otra vez).

Finalmente, me llevaron a Misahualli, un puerto donde se unen dos rios y cuyo mayor atractivo son los micos que todos los días se pasean por sus calles.  Desde este puerto salen muchisimos tours para la selva, pero no pude tomar ninguno porque los precios son altísimos, siendo el más costoso un plan de 6.000 dolares para 4 personas por 4 días...mmmm creo que esto será en otra ocasión (o en otra vida? jajaja).

Después de disfrutar varios días del clima, de las personas y de la comida de esta región, empacamos la mochila (digo empacamos porque para la tranquilidad de mi familia y amig@s a partir de ahora Liz me acompañará por unos días, hasta llegar a Machu Pichu creo) y tomamos el bus para ir a uno de los sitios más turísticos de Ecuador:  Baños de Agua Santa.

lunes, 14 de febrero de 2011

Quito


Uuuuuffffff que ciudad tan grande!.  Después de varios días recorriendo pueblos y pequeñas ciudades, llegar a Quito fue enfrentarme a la inmensidad, al caos de las capitales, la velocidad con que se mueve la gente por las calles, los pitos de los carros, los trancones...   Tomé el Ecovía y el Trole (son como el transmilenio de Bogotá) para desde la distancia de la ventana observar un poco de la esencia de la capital ecuatoriana.


Aqui tuve la suerte de hospedarme en la casa de Jaime, un amigo de mi hermano Nicolás.  Él y su familia me hicieron sentir como en mi propia casa y pude descansar por unos días de los hostales, además, me quité el antojo que traía desde Colombia de comerme una arepa con queso. 
Juan Manuel, hijo de Jaime, me llevó a recorrer el Centro Histórico de Quito, que fue declarado por la UNESCO como Primer Patrimonio Cultural de la Humanidad.  Al caminar por sus calles te sientes como en otra época, las fachadas son coloniales, las calles empedradas, las plazas gigantes, las iglesias imponentes y las esculturas por doquier. Estuve en varias ocasiones en el centro histórico tratando de vivir, más que de recorrer, sus calles .

Visitamos la Plaza Grande o Plaza de la Independencia, la cual reune los edificios con mayor poder polìtico y religioso de la ciudad, entre ellos: el Palacio Presidencial, la Catedral, el Palacio Arzobispal, la Municipalidad y la casa del Alcalde.  Luego, fuimos a La Basílica y subimos por estrechas y empinadas escaleras a la torre del campanario (aproximadamente 15 pisos), de donde hay una vista hermosa de la ciudad.  Caminamos por la Calle de las Siete Cruces que tiene gran importancia histórica, cultural y religiosa debido a que en ésta calle caminaron Bolivar y Sucre; vivió Manuelita Saenz ("la libertadora del libertador"); se levantaron templos monumentales; se reunieron los padres de la patria para proclamar la independencia; se dió el primer grito de libertad en America y además, tiene la arquitectura más representativa de la época colonial, entre otros.

Me llamó mucho la atención una iglesía donde viven monjas de clausura, quienes se permiten hablar una hora al día.  Ellas fabrican ungüentos, vinos y medicinas naturales que venden al público por una ventana giratoria que las mantiene ocultas de los ojos curiosos.


En otra ocasión, en éste mismo sector de la ciudad visité "La Ronda" (con dos brasileros que conocí en la mitad del mundo), una calle angosta y empedrada con aire bohemio cuyas construcciones en tierra hoy son cafés, bares, restaurantes y almacenes de obras de arte.  Al llegar a ella te dan ganas de quedarte y entrar a cada uno de los sitios, todos llenos de detalles y leyendas (¿o historia?).

De aquí, me dirigí al Centro Cultural Metropolitano, y por pura casualidad estaba la exposición "World Press Photo 2010".  WPP es una organización de los Paises Bajos que cada año invita a los fotografos de prensa internacional a participar en su concurso de fotografía (que es el más prestigioso del mundo).  Las imágenes ganadoras del consurso se pueden ver en una exposición itinerante que pasa por 100 ciudades, y a mi me tocó en Quito, al respecto solo puedo decir: wooowww!!!  Las imagenes me dejaron sin palabras, sobretodo porque la mayoría eran demasiado fuertes (muertes, guerra, dolor, sufrimiento) y otras cuantas realmente hermosas para mi forma de ver.  Por Colombia, sólo había una fotografía ganadora, que a mi parecer no colabora para nada con la imagen del pais, se trataba de un adolescente asesinado en una de las comunas de Medellín... me dio hasta tristeza ver esta foto, pero esa es una de nuestras realidades y para mi tranquilidad las imágenes captadas en otras latitudes eran peores.


Entrada la noche fui a La Mariscal, más exactamente a la Plaza Foch, que es una de las zonas de rumba más importante de Quito (con toda razón).  Caminé por todas sus cuadras, entré a conocer diferentes bares entre ellos uno llamado "La boca del lobo" donde me comí una bobadita (porque es absurdo visitar la Plaza Foch y no entrar a este sitio sin igual), me antojé de las artesanías que vendían y me tomé un café en Juan Valdez (donde el café no sabe al que nos sirven en Colombia, pero bueno).


Al siguiente día fui a la Mitad del Mundo, quiero decir, a las dos mitades del mundo.  Primero, fui al Monumento que por cierto, recomiendo no ir, cobran 2 dolares para entrar y no hay nada de interesante...lo cual se vuelve menos interesante cuando te enteras que éste monumento no está en la mitad del mundo, sino que dicho punto se encuentra a 500 metros en el Museo Inti Ñan (según la última medición que se hizo con un GPS militar), a donde si vale la pena ir a pesar de los 3 dolares que cuesta la entrada. 
El museo tiene guias bilingües que hacen el recorrido contigo tanto si vas solo como en grupo.  A mi me tocó el recorrido con un grupo de 10 chilenos, así que fue divertido.  En éste museo, te cuentan un poco sobre las comunidades indígenas de la región (viviendas, vestuario, alimentación, creencias...), y cómo ellos desde hace muchisimos años ya habían trazado la Ruta del Sol y utilizaban este conocimiento para especificar las épocas de siembra y cosecha.  Hay demostraciones del Efecto Koriolis, el cual dice que las fuerzas en los hemisferios norte y sur giran en sentidos opuestos, razón por la cual en el ecuador chocan y se anulan. La primera demostración fue balancear un huevo sobre un clavo, lo cual logré después de varios intentos.  Luego, fue la prueba del agua, la cual consiste en un recipiente cuadrado con un hueco en el fondo al cual le agregan agua y unas hojitas.  Primero, colocan este recipiente sobre la linea ecuatorial y al quitar el tapón, las hojitas bajan de forma perpendicular sin girar pues no se forma remolino en el agua. Después, mueven el recipiente un metro hacia el sur y repiten la prueba, esta vez las hojitas giran en el sentido de las manecillas del reloj cuando baja el agua por el drenaje. Finalmente, mueven el recipiente hacia el norte y las hojitas giran en contra de las manecillas del reloj.  
Terminé el recorrido del museo y tomé el bus para regresar a Quito.  Visité el Parque El Ejido... inmenso y supremamente concurrido, hay artesanías, alquilan bicicletas, las personas hacen ejercicio o simplemente descansan en el suelo.  Aquí me encontré de nuevo con el Ecuaboley (así se escribe) que es una variante del volleyball, pues se juega con un balón de futbol y 3 jugadores en cada equipo (esta vez decidí no jugar, pues en Otavalo lo hice y mis dedos estuvieron adoloridos por varias horas).

Después de mucho pensar decidí que el tiempo nunca alcanza para todo lo que se puede hacer en esta gran ciudad, además, la lluvia ha sido constante (de los 5 dias en Quito, 3 dias fueron de lluvia) y las ganas de playa, brisa y mar son más.  Empaqué mi maleta y arranqué rumbo a la selva.

domingo, 6 de febrero de 2011

Otavalo


Hasta ahora el sitio que más me ha gustado.  Otavalo es una ciudad donde el 70% de la población es indígena y aún conservan su vestimenta tradicional.  Es fácil reconocer quienes son los indígenas adinerados y cuáles no lo son tanto debido principalmente a sus joyas elaboradas en oro y coral para los ricos y en plástico dorado y coralina para los demás.  Los hombres usan el cabello largo trenzado y las mujeres mucho más largo envuelto en una faja de tela de colores. Parece que los niños cargados en la espalda hicieran parte del vestuario, pues la mayoría de ellas tienen bebes, de los cuales no he visto llorando al primero hasta ahora.  

Los otavaleños son a Ecuador, lo que los paisas a Colombia... regionalistas extremos y buenos comerciantes.  En ésta ciudad hay cientos de turistas a diario y especialmente los sábados que es el día principal del Mercado Artesanal, el cual tiene fama mundial y está catalogado como uno de los cinco mejores mercados artesanales de América.  Este mercado se realiza en la Plaza de Ponchos y se extiende varias cuadras alrededor, los precios más altos se encuentran en la parte central, y disminuyen hacia la periferia.


Aquí entre a conocer el hostal más barato que he visto en mi vida, se llama "el Che Guevara" y vale 1.50us la noche...espero no tener que dormir nunca en un lugar así, pero al conocer este sitio, finalmente comprendí cómo hacen algunos mochileros para gastarse diariamente sólo 5us incluyendo hospedaje, transporte y alimentación.  


Oscar, un caleño que se sabe Otavalo de memoria me llevo a conocer la Cascada de Peguche, la cual es sagrada para los indígenas locales y en sus aguas realizan baños rituales de purificación para celebrar el Inti Raymi durante el solsticio de verano en el mes de junio.  Es una cascada imponente y por uno de sus costados escalamos hasta salir al otro lado de la montaña por donde caminamos aproximadamente 4 kilómetros hasta llegar a Agato, donde nos topamos con la celebración de un matrimonio indígena, cuya mayor diferencia con el matrimonio católico es que la comida no la brinda la pareja, sino que se vende a los invitados, los cuales, además, ocupan sus asientos después de que los novios y sus padres se han sentado.  En éste  pueblo queda el Lago San Pablo...inmenso y helado.  Al regresar, caminando por otra montaña tuve una vista impresionante de Otavalo enmarcado por los volcanes Cotacachi e Imbabura.

Fue una semana genial rodeada de gente muy bacana (locales, extranjeros y compatriotas), además, entre tanto intercambio comercial se me despertaron los genes paisas y hasta gané dinero haciendo llaveritos de tagua y dando clases de salsa. 


El día antes de dejar Otavalo con los nuevos amigos, el mejor hostal en el que me he quedado y las delicias del bar "El Fauno", fui a conocer Cotacachi, un pueblo famoso por sus artículos en cuero hechos a mano.  Recorrí las calles, entré a los almacenes y me antojé hasta más no poder, pues definitivamente, la opción de comprarme la super chaqueta de cuero (que sale muy barata) no es viable porque mi mochila ya va llena y pesada.


Finalmente, y no muy convencida de querer irme de Otavalo (donde me siento como en casa), logro ir a la terminal de transporte y tomar un bus a Quito, porque como dice un rolo-artesano-mochilero, con quien estoy totalmente de acuerdo... de Otavalo sal si puedes. 

Nota:  Si van a Otavalo les recomiendo el Hostal El Geranio.

sábado, 5 de febrero de 2011

Ibarra


San Miguel de Ibarra, llamada "la ciudad blanca a la que siempre se vuelve", pero conocida por todos como Ibarra, fue construída porque se necesitaba una ciudad de paso en el camino entre Quito y Pasto.  
Es una ciudad mucho más grande de lo que imaginé, pero al ver su arquitectura no entiendo el asunto de "la ciudad blanca" (para mi, la ciudad blanca sigue siendo Popayán).  Caminé por sus calles y visité el Mercado Amazonas, que es muy similar a las plazas de mercado colombianas, con la diferencia de que la mayoría de vendedores son indígenas que aún visten sus trajes típicos.  

Tuve la suerte de presenciar un desfile que atravezaba la ciudad, encabezado por la Banda Marcial y seguido por innumerables bailes propios de la población indígena y de la mestiza.

Una vez recorrí la ciudad: calles, museos, iglesias, parques, mercados, zona rosa... empecé a explorar los alrededores.  A solo 15 minutos se encuentra San Antonio de Ibarra, cuyo principal atractivo es la elaboración de esculturas en madera.  Aqui los artesanos son famosos (y con toda razón) por las tallas que realizan en cedro y roble principalmente.  En la mayoría de almacenes se encuentra el taller en donde trabajan la madera y me dejaron observar cómo lo hacían sin ningún problema... eso sí no había autorización de tomar fotos.


Al siguiente día visité la Laguna de Yahuarcocha con Lizbeth una ecuatoriana que conocí durante el desfile en Ibarra.  El nombre de ésta laguna, en  lengua kichwa, quiere decir "lago de sangre" pues según la leyenda en sus orillas fue la última batalla de resistencia de los Caranquis contra las tropas Incas invasoras.  Estos últimos al ganar la batalla acuchillaron a los enemigos sobrevivientes y arrojaron sus cuerpos al lago, tiñendose éste de sangre.  Hoy en día se realizan deportes en sus mansas aguas.  Nosotras decidimos hacer un recorrido en un bote de pedal con forma de pato, aunque habían otras formas: dragones, sapos, mariposas... que más parecen de un parque de Disney que del Ecuador. 

Al finalizar este recorrido fui al Hostal, tomé mi mochila y emprendí mi rumbo a Otavalo...pero esa es otra historia.

viernes, 4 de febrero de 2011

Tulcán


De Ipiales al puente de Rumichaca (frontera Colombo-Ecuatoriana) hay 15 minutos.  Crucé la frontera sin ningún inconveniente a pesar de todas las advertencias que me habían hecho sobre lo malaclases que podían ser los policias ecuatorianos.  Solamente me pidieron mis papeles y nisiquiera me revisaron la mochila, así que en menos de 1 hora ya estaba en suelo del "país hermano".   

Ahi  en la frontera tomé un bus que en 15 minutos me dejó en Tulcán donde hay poco, muy poco para hacer, sin embargo, no quería perderme su único (pero hermosisimo) atractivo: el Cementerio que es Patrimonio Nacional debido a sus esculturas vivas en pino, que son podadas permanentemente por diestros jardineros que evitan que las ramas se salgan de su sitio.  Con respecto al dicho ecuatoriano, estoy totalmente de acuerdo "el cementerio de Tulcán...es para morirse!".