viernes, 15 de abril de 2011

San Pedro de Atacama


Este pequeñisimo pueblo es muy diferente a todo lo que he visto: se encuentra en el Desierto de Atacama que es el lugar más seco del mundo (no lo digo yo, en realidad está catalogado como tal) lo cual lo convierte en un sitio privilegiado para la observación astronómica que junto con los paisajes espectaculares atraen a cientos de turistas diariamente haciéndolo paracer un "campamento de verano" en donde es imposible ver la más mínima manifestación de la cultura de la región, por el contrario, hay exquisitos restaurantes, centros de relajación, hoteles de cinco estrellas (y hasta sin estrellas), tours y todo lo que un turista pueda desear.

Lastimosamente, no es posible visitar la mayoría de los sitios que se encuentran en los alrededores sin un guia y un carro, razón por la cual nos tocó unirnos a uno de los toures que ofrecen.  De esta manera pudimos bañarnos en Cejar que es una laguna natural con muchisima sal en sus aguas que hace que uno flote sin el más mínimo esfuerzo; luego, fuimos a los Ojos del Desierto, que son dos pequeños lagos artificiales de agua dulce que aparecieron debido a los huecos abandonados de una excavación, y finalmente, vimos el atardecer en el Salar de Atacama mientras tomábamos vino con queso y aceitunas (que puedo decir... a veces es imposible mochilear, jajaja).


A pesar de la belleza de los tres sitios, sin lugar a dudas, fue el Salar el que me dejó sin palabras pues el suelo esta cubierto en un 100% de sal, parece nieve y el contraste con el azul del cielo es asombroso, sin embargo, es como caminar sobre asfalto, la sal es compacta y no permite quitarse los zapatos a menos que quieras cortarte los pies.

El Desierto de Atacama no es como el Deierto del Sahara, ni como Huacachina (recuerdan el oasis en Perú?), aquí no me siento como en "Las mil y una noches", aqui la arena no es color oro ni forma dunas suaves como el agua, por el contrario, es compacta, áspera y crea columnas, montañas y otras formas extrañas que pudimos observar de cerca en el Valle de la Luna y en el Valle de la Muerte.  A estos dos valles fuimos (los holandeses y yo, pues seguimos viajando juntos) en bicicleta en un recorrido de aproximadamente 30 kilómetros.  El primer valle debe su nombre, y es famoso, por su conformación parecida a la superficie lunar, la cual se hace más similar cuando baja el sol y le da un color grisáceo al suelo.  El segundo valle por su parte, son cientos de cerros que parecen olas rocosas sin una sola planta o animal visibles (de ahí vendrá su nombre Valle de la Muerte?).  Vimos el atardecer y regresamos al pueblo, pues definitivamente, el desierto no es un sitio en el cual desee perderme.

Después de varios días de intenso calor en el día (más de 35 grados a la sombra); excesivo frio en las noches (menos de 10 grados, pues este lugar queda a 2.348 m.s.n.m); cielos completamente azules sin una sola nube; luna llena (la más cercana a la tierra en las dos últimas décadas); visita al hospital del pueblo para servir de traductora a Jan; cientos de kilómetros recorridos en el desierto anhelando nunca perdernos en él... nos fuimos, haciendo autostop, para el Valle del Elqui  exáctamente para la ciudad donde nació Gabriela Mistral...pero esa es otra historia.

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