lunes, 9 de mayo de 2011

Las sorpresas del camino: Maitencillo y Pucón


Resulta que Herman (uno de los holandeses) en un viaje anterior a Thailandia conoció a Stefano, un chileno "muy buena gente" como diríamos en mi tierra.  Él nos invitó a una "parrilla chilena" con su novia Cony y sus amigos en Maitencillo que es un balneario espectacular al norte de Viña del Mar, y además, nos llevó a conocer Zapallar (otro balneario cercano) principalmente su cementerio que queda en un acantilado frente al mar, con mejor vista que cualquier casa de los que estan vivos en el sector.

Durante el BBQ pude conocer a muchos otros chilenos y entender un poco más su cultura y su lenguaje (que aún no puedo creer que sea español, jajaja).  Es la primera vez desde que empecé el viaje que veo tanta carne en un asador, y a decir verdad, toda deliciosa,no entiendo porque dicen que la cocina chilena no es buena. 

Pasamos dos dias increibles entre amigos, descansando frente al mar (sin nadar en él porque es helado), comiendo, tomando Piscola (pisco + coca cola) y cantando hasta que le dolieron las manos al que tocaba la percusión.  Largas caminatas por la playa, paisajes hermosos y profundas conversaciones en cuanto a política suramericana, en definitiva, un fin de semana interesante.

De nuevo cuento con buena suerte y Stefano nos sorprende diciendo: "mi familia tienen una cabaña en Pucón, si van por ese lado se las presto por el tiempo que quieran"... Herman, Jan y yo nos miramos y sin cruzar una palabra digimos al tiempo: "Claro que vamos para el Distrito de los Lagos!!"... tomamos un bus y después de 10 horas llegamos a Pucón (que equivale a Bariloche en Argentina).

El pueblo es precioso, las casas y demás construcciones tienen poca altura y son en madera, parece sacado de la imaginación de un gran escritor.  La cabaña rodeada de árboles y hortensias resultó ser hermosa, cómoda y acogedora.  Por estar ubicada en las afueras del pueblo se nos ocurrió alquilar bicicletas por varios días y fue así como terminamos recorriendo diariamente docenas de kilómetros al rededor del Lago Villarrica y el Volcán con el mismo nombre. 
En Pucón pudimos disfrutar del silencio, el cielo estrellado, comer frente a la chimenea, ver películas, andar en bicicleta y en el caso de ellos subir hasta el crater del volcán, ocasión que yo aproveché para broncearme, pues para nadie es un secreto que a mi no me gusta las caminatas en alta montaña.

Pasan varios días, más de los que esperábamos quedarnos y decidimos ir un poco más al sur pero esta vez del lado argentino.

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